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Milité (¡qué verbo!) allí desde mayo 1969 hasta algo así como 1982. Antes había sido demo. Y de pendex derechista (nací si mal no recuerdo en 1944) contra mis padres porque Matte tenía mejor pinta que Alfonso. Ya agotada la “Patria en Libertad” (¿¿?) cuando groseramente Frei M. sacó a Leighton del ministerio (ya narrado en A.I.) me fui a la diarrea amarillenta y siendo profe y miembro del Consejo Superior de la PUC tuve el tremendo honor de ser llamado por “imaginativo” como asesor político del guatón Flores en Economía y después en Hacienda. Era un desastre. Un despelote. El Gabinete lleno de revolucionarios transitorios venidos de Brasil o Argentina, “sabios” que venían a aprender dando lecciones sobre cómo ganar la lucha de clases. Los únicos chilenos relativamente sensatos y honestos eran quienes más tarde serían injustamente más castigados, comunachos, por la dictadura criminal y ladrona de Pinochet seguido por milicos y civiles de la misma calaña sacando las castañas con la mano del gato montés (no Montes). Pocas veces he asistido a más insensatez que durante la UP. Era el despelote total. No había gobierno. Allende bailaba entre el MIR, los GAP, el PC, el PS, el o los MAPUS, la IC en ciernes por oportunismo, Castro a la vista, los USA a la desvista, los jóvenes idealistas, la Payita, el Chivas de las chivas, en fin. Yo perdí mi pelea por más moderación. Y qué. ¿No se trataba justamente de tener éxito en el más completo fracaso para que hubiese golpe y consecutiva revolución económica cuya victoria cultural y educativa, más social, está aún por verse, si es que ya no se ha visto su perenne destrozo en el alma nacional? Desde el Gabito se había intentado todo sin lograr nada sino lo contrario de nada… el caballo, la señora, don iluso, el comeniños, qué más patriótico que éste quedaba como productor de caos objetivamente cómplice de la caca dura y cía.? Es cierto, Bachelet ha sido excelente. Pero cuatro años no bastan.

Y los “cuadros” concertacionistas-extraparlamentarios se han transformado entretanto en arribistas y pequeños corruptos. Sus idealistas ideales de antaño eran -perdón señoras- pura huevada. Lo sé con nombres y apellidos. Más repugnancia me da la mierda amarillenta que la mierda dura, porque fui tan ingenuo o mejor dicho estúpido que creí…: la justicia social, la democracia de la empanada, la tierra para quien la trabaja, este gobierno es un gobierno de mierda pero es el mío, avanzar sin transar (¡inteligente), etc. Puras leseras con dos pistolas: patriotismo caótico, “queda harina para 15 días”, camino abierto para la salvación de Chile, ejem, sí, no, no discutamos, sí, no, en inglés “is no”.

Ahora estos cagones se habrán lavado el poto, supongo, pero no lo puedo asegurar. No han hecho malos gobiernos. Pero están desmoralizando al país. Quizás se salven esta otra vez gracias a Bachelet y a desgracias de la caca dura hecha piedra por el Tantán de quien no creo NADA con su Mónica: ¡qué torpe este genio, y en público, entre que da pena y da risa! Comparado con esto, sinceramente, Frei me parece menos piol y en el fondo más piola!

La Chechi y el Seba: otro LAN con dos alas. Sí, pobres mujeres. Si no fuera porque en general los adulterios son, que yo sepa, bisexuales.

El gobierno de Frei no sería brillante pero mejor que el anterior. Uno del estítico… fatal. La UDI lo sabe. Es gracias a ella que la caca otra vez amarillenta pasaría.

Pronto escribiré si Dios quiere sobre el resto. Con matices, ya ha habido gestos e incluso más que gestos suyo a favor del fome menos deshonesto y más responsable que el próximo arruinado por justicia divina, gol sin penal. Eso sí… no, lo dejo para el final.

A la iglesia.

A publicidades.

Farándulas.

Tampoco ya a burdeles.

No a drogarme.

A mentir en lo posible no.

Ni a gritar o golpear.

Comer criadillas ni cagando.

Cesar de orar no.

Aburrirme nada.

Sodomizar no.

Dejar de dormir y de soñar no.

A amar bellas mujeres: esta vez lo contrario de no, pues voy.

Odiar no.

Ni estar inútilmente acompañado.

Ya leer no.

No ir al cine pues todo está visto.

Tampoco a museos que son incultos cementerios de la cultura.

No a Viña del Mar.

A Europa, no más.

No a espacios.

Ni más aviones o barcos.

No voy más a la montaña rusa.

Jamás otra vez a plantar por respeto al reino vegetal que en mi tacto muere.

No voy al Casino.

No al Club Hípico.

No a un bus.

Tampoco nado ya en el mar.

No voy a dejar de ser perezoso como se ve.

Todavía no vuelvo a esquiar.

No ironizar ni insultar es un firme propósito, huevón.

No voy al supermercado.

Me prohíbo el machismo de la galantería sudamericana e italiana.

Pero no voy sino al paraíso repleto de almas sin rostros.

No voy ya resucitado en cada segundo a reencarnarme.

No obedezco a Dios mudo que me preconcibió libre para que yo le pida que se haga en mí según su voluntad.

No voy a reír.

No cantaré la cueca del guatón Loyola.

No voy a salir más fuera de la casa.

No, porque aquí estás tú.

Bueno, hay diversas clases de caca: esa dura como piedra que hace sangrar por la derecha del culo, aquélla en diarrea amarillenta por la izquierda, la otra verdosa del centro y por último las santidades fecales a las cuales he terminado por pertenecer como hombre libre e independiente salvo de Dios, jajá. Sólo esta última categoría carece de fetidez y es coherente consigo misma, es lo que me ha venido enseñando la historia. El resto representa vaivenes según conveniencias finalmente dinerarias e infelices. El individualismo es el fundamento de la solidaridad, si bien no siempre honesta, aunque del todo comparado con el resto de la mierda, voluble, intercambiable, ávida de “poder”, es decir de cócteles, de alfombras rojas, religiosos lenocinios, coimas profesionales y muchas otras imbecilidades más. Como si no fuese más gozoso y dignificante no mentir que mentir.

Yo recorrí todos esos caminos percibiendo en cada uno de ellos que la mafia era rentable a condición que no se dijese lo que uno piensa y sí lo que no. Entonces salí de esa inocente ronda infantil. Sí, “inocente” desde la asombrosa crueldad en la misma niñez y después también.

… (para otra vez quizás aunque en parte ya escrito en A.I., además no es mi propósito escribir TODO)…

Mi “gran familia”, buena, era de derecha. Mi padre me dijo: “la derecha es muy egoísta”. Y así es. E incumplidora. De las tres mierdas antes mencionadas, sería la peor. Aunque evidentemente no sin numerosas excepciones. Y lo mismo en las otras cacas.

Me encantaría una derecha generosa, honesta, adusta, veraz, respetuosa, profundamente democrática, humilde, fuerte sin agresividad, tolerante, inteligente y poco cagona. Pero es hasta ahora pedir peras al olmo. Aunque haya alguna evolución positiva. Sin que yo entienda, teniendo gente buena, por qué ella escoge como candidato para la Presidencia de Chile a alguien como quien está siéndolo. ¿Es porque perderá? ¿Por masoquismo político? No ciertamente por espíritu destructivo. Pero si ese candidato ganase, quedaría aquí una buena y dura cagada, no carente de hemorragias. Ese hombre sólo tiene como virtud la astucia. Siendo yo independiente como consta en este sitio, no deseo a él para Chile. Ahora sí nos toca optar por el mal menor. ¿Sin entusiasmo? Sin entusiasmo. Pero parece obvio quién daría más seguridad para Chile. Y este valor en su sentido amplio es primordial. Esa derecha que no es una mierda lo sabe perfectamente. Al igual que sabe que no estamos para una payasada que oculta el apellido de su madre. No se quiera ver en lo escrito una mala intención. ¿Un error sí?

Hasta tus plantas Señor llegamos buscando auxilio en tu corazón.

Tus gracias todas hoy imploramos que ellas protejan nuestra Nación.

Do quiera el Rey de Reyes levántese un Altar

A Dios queremos por nuestras Leyes, por las Escuelas y el Hogar.

Cantemos la gloria del triunfo marcial

Que el pueblo chileno obtuvo en Yungay.

Bis.

Del rápido Santa cruzando la arena

la hueste chilena se avanza a la lid.

El patito chiquito no quiere ir al mar

Porque el agua salada le puede hacer mal.

Stranger in the night

tururururu.

Do-re-mi-fa- etc.

Deutschland Deutschland

Ubre alles.

Venceremos, venceremos,

La Unidad Popular al Poder.

Le bon roi Dagobert

a mis sa culotte à l’envers.

Bises

“(…) la hueste (…)”.

La colecta, la colecta, la colecta comenzó,

La colecta, la colecta, la colecta terminó.

Ite misa est.

Papá, quiero un cuchuflí.

Prefiero unos barquillos.

Me impresionó la prédica.

Eso de credo in unum Deo.

I’ll never forget it, never.

-Bueno está tu inglés.

La vida es alegre, la vida es triste, la vida es neutra, la vida es neutra, la vida es triste, la vida es alegre. Es por intervalos todo eso en la misma vez, en la misma vez, en la vez misma, en la vez misma, sin intervalos, allí reside su alegría, como ahora mismo, porque en su síntesis ella consiste en soportarla alegremente con la tristeza de la neutralidad, la neutralidad, esta síntesis de la síntesis abstraída de la alegría y de la tristeza que aquélla, indiferente, integra, como si éstas no existiesen.

Logramos así que la neutralidad emocional carezca de emoción y sea asimismo por concepto alegría de supervivencia en la grisácea agonía ya infantil de la supervivencia. Ancianos, los niños andamos ya en la inocencia abstracta de la curiosidad, de la sexualidad, la religiosidad, pero no así de la voracidad, de la voluptuosidad, la ancianidad. La infancia anciana sigue pronunciando por tic la palabra amor sin más amor que la palabra amor. El amor sería la palabra.

Somos mentira incluso involuntaria, natural y contra natura. Somos hipocresía lucrativa y perezosa que muere de muerte conservando la hipocresía. Somos ladrones, torturadores, asesinos, obsecuentes por pequeño interés, aduladores. Somos infieles. Somos contadores auditores, abogados, traficantes, notarios y médicos. Somos autocríticas por autocráticas. Hermafroditas somos por delante y por detrás. Del limbo. Neutras y neutros. Siameses de la maldad vacía.

Hoy nació mi hija. Lo supe por mi madre. Mi esposa no quiere saber nada de mí porque supo por su íntima amiga que a petición de ésta y en mi desgano, por compasión, me la tiré. Pero el teléfono árabe funcionó. Soy padre. Noto que en este párrafo he escrito muchas veces la palabra “mi”. Estoy lejos por trabajo, por espacio, miedo, de la clínica. Temo al rencor. Imagino además a la niña transportadora del posesivo odio maternal. La mujer ignora el exilio del hombre durante el embarazo.

En el original, cada uno de estos párrafos tiene siete líneas. Serían en esto falsificados por la Administradora. He llamado siete veces a la esposa. Se niega a responder. Pasará el tiempo que civiliza acrecentando el rencor y la disposición fugitivamente amorosa a una real venganza. Desde ya, jamás la perdonaré. Los niños no perdonamos la afrenta a la inocencia. Así nos comprendemos odiándonos separados o no hasta la senilidad. A menos que por obra de magia llegue la suavidad del más completo olvido.

Es hoy. Día de la fiesta patria en Chile, país donde nací y donde moriré después de tan densamente vivir . Poco me importa la fecha. No salgo. Os escribo.

El evangelio de Lucas correspondiente a esta hora habla de siete demonios que habitaban el alma de María Magdalena antes que conociese a Jesús. Pero no dice qué eran. ¿Qué eran? No sé. Sólo puedo quizás inventar no sin riesgo de equivocarme. Una imagen popular relativamente universalizada representa a ella como prostituta convertida y como amante si no más francamente concubina de Cristo. No discuto ni asumo esa imagen. “Siete”: ¿pecados capitales? No. Debe haber sido algo menos clásico.

1.- Tenía conciencia de su belleza y del rechazo que esa conciencia provocaba en el entorno social que hasta hoy considera soberbia la objetividad del ser sobre sí mismo.

2.- Tal rechazo ya ciudadano la aislaba hasta transformar su sensibilidad, por tristeza, en agresividad no de hecho ni de palabra sino de mirada.

3.- María Magdalena tenía el cuerpo azul.

4.- Ella conocía dolorosamente el sentido incomunicable de la temporalidad.

5.- Sabía odiar la vida a pesar de amarla en una amplitud hecha sonrisa correspondida hacia los niños.

6.- No lloraba. Y

7.- Soñaba incluso despierta.

El encuentro con Jesús le pacificó el alma sacándole esos siete demonios de la dulce avidez desdeñosa aun del poder, de la riqueza y del deseo. Jesús le borró todo instinto de desprecio. Ella entonces se redescubrió. Sin cambio aparente era otra. Andaba en la plenitud íntima de sí misma cubierta por la felicidad. No por ello danzaba.

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

viernes 18 Septiembre 2009

Viernes de la Vigésimocuarta semana del Tiempo Ordinario


Hoy la Iglesia celebra : San José Cupertino

Ver el comentario abajo, o clic en el titulo
Juan Pablo II: «Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres»

Evangelio según San Lucas 8,1-3.

Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

Leer el comentario del Evangelio por :

Juan Pablo II
Mulieris Dignitatem, § 16

«Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres»

Desde el comienzo de la misión de Cristo, la mujer muestra, con relación a él y a todo su misterio, una particular sensibilidad que corresponde a una de las características de su feminidad. Además conviene señalar que esta verdad se confirma de manera particular en el misterio pascual, no solamente en el momento de la crucifixión sino todavía más al amanecer del día de la resurrección. Las mujeres son las primeras en estar junto al sepulcro. Son las primeras que lo encuentran vacío. Son las primeras en oír: «No está aquí: ha resucitado, como había dicho» (Mt 28,6). Son las primeras en abrazar sus pies (Mt 28,9). También son las primeras llamadas a anunciar esta verdad a los apóstoles (Mt 28,1-10; Lc 24,8-11).

El Evangelio de Juan (cf también Mc 16,9) pone de relieve el papel particular de María de Magdala. Es la primera que se encuentra con Cristo resucitado… Por eso mismo se la ha llamado «apóstol de los apóstoles». María de Magdala fue, ante los apóstoles, testimonio ocular de Cristo resucitado y, por esta razón, fue también la primera en dar testimonio de él ante los mismos.

Este acontecimiento es, en un sentido, como el coronamiento de todo lo que se ha dicho anteriormente sobre la transmisión, hecha por Cristo, de la verdad divina a las mujeres, en un plano de igualdad con los hombres. Se puede decir que así se han visto cumplidas las palabras del profeta: «Derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán» (Jl 3,1). Cincuenta días después de la Resurrección de Cristo, estas palabras son de nuevo confirmadas en el Cenáculo de Jerusalén, al descender el Espíritu Santo, el Paráclito (Hch 2,17). Todo lo que aquí se ha dicho sobre la actitud de Cristo respecto a las mujeres confirma e ilumina, en el Espíritu Santo, la verdad sobre la igualdad del hombre y la mujer.



Debe estar transcurriendo la Parada Militar. Mi mujer se la duerme en la cama ante la tele. Iré allá. Seguiré durmiendo. Veremos.

1.-

Y abusa aún.

Matanza a diferencia de los españoles de todos los indígenas algunos de cuyos ejemplares son mantenidos en reserva al estilo “elephant man”.

Hiroshima como respuesta a la complicidad masoquista de Pearl Harbor.

La obesidad por papas fritas con ketchup e incluso mayonesa.

Creerse hasta hace poco los dueños del planeta.

La tecnología destructiva.

La filosofía de baratija.

El jazz, “música” de blancos para blancos ejecutada por negros.

El negro de Harvard.

Vietnam.

Corea en los ’50.

JFK, RK, MLK, NN.

Sinatra.

Hollywood y Las Vegas.

El tío Tom.

La muralla “china” con Méjico.

El maltrato histórico de América Latina.

El falso puritanismo calvinista.

Irak después de Irán.

La vaciedad de las cárceles con otras hacinadas.

Las mujeres teñidas y maquilladas.

La delincuencia capitalista.

La perfecta incultura popular: prototipo, un día en un barco transatlántico conversé por iniciativa ajena con un yanqui quien me preguntó sabiendo ya que soy chileno si conozco a un conocido suyo de Guatemala apedillado González, a lo cual respondí sí él conocía a John Smith en los USA, me dijo que sí y empezó con una lista empezada por el tenista que no se llamaba John.

Las dos uvas chilenas “envenenadas”.

Los imbéciles que votaron por los Bush.

El humor de Bobe Hope.

“Lo que el viento se llevó”.

Miami.

La pedofilia masiva.

La cerveza.

La hipocresía del federalismo.

El sheriff.

Los OVNIS.

2.-

Obama.

Los jeans.

La orquesta de Cleveland.

Porgy and Bess.

Algunas películas.

“El ruido y la furia” de Faulkner.

Pier Angeli.

La francesa Estatua de la Libertad en N.Y.

La posible tendencia actual a más modestia en la economía.

El acogimiento a Einstein.

La ayuda anónima a la naturaleza.

El Cañón Colorado.

Bob Dylan.

La bandera nacional.

Paul Newman.

Lincoln.

Lee.

Los Simpsons años atrás.

Las posibilidades diversas pero inciertas por supuesto para el desarrollo de las iniciativas privadas nacidas sin dinero.

El melting-pot.

G. Washington.

Roosevelt antes de Yalta.

Cierta Justicia mesonorteamericana como en el estúpido asunto de Nixon.

New York con su hermoso orden caótico e históricamente improvisado.

Alguna ayuda de arroz gravitacional por avión a África.

La lucha insuficiente por la mejoría ambiental.

La capacidad para adaptarse ahora ante Rusia y China.

La ayuda a Alemania después de la 2ª.

A fin de cuentas, la cohetería.

Peter Pan.

Allen.

La admiración por Italia y Francia.

La comida española y peruana en Frisco.

Mi lejana sangre irlandesa.

El bourbon.

Yale.

New Orleans.

La gentileza en una bencinera por ejemplo.

El verdadero amor en una familia.

Mi desconocimiento de los USA.

Estoy muriendo. ¿Lo sé? No. Reitero rectificando a Sócrates según su intrínseco contradictor Platón a su vez formalmente contradicho por Aristóteles y otra gente que quizás casi nada sé, en lugar de aquel voluptuoso “sólo sé que nada sé” y de aquella tontería “primero conócete a ti mismo” como si alguien lo lograse: ¿qué, quién eres tú?, nada comprendes en el fondo sobre ti ni sobre nada. En esto nos parecemos, sólo que tú por mentira, soberbia y miopía aseguras cosas de las cuales todo ignoras. Eres, para simplificar el asunto en un extremo, Satanás, componente de la Creación divina y no porque en ésta haya mal sino libertad para que tú mismo o yo lleguemos al amor de optar por convertirnos. Dios no fuerza.

La falsa modestia, doble caricatura de la necesaria humildad como génesis de una feliz generosidad, me obliga a la corrección establecida en la segunda frase de este incipiente y eterno texto, que desaparecerá tal vez en el lenguaje vaporoso de la nube universal, pero reaparecería incluso retroactivamente, y ya, desde más allá que el límite por generosidad poroso del Universo.

Estoy a punto de morir. Es estadísticamente algo trivial. Al mundo nada le importa: gira. No importa: yo también giro. Todo gira en parábola desde antes que Alfa hasta después que Omega. La muerte es un intersticio imperceptible entre la concepción divina y la resurrección. Representa aun en vida una permanente resurrección. Tu muerte me es tan indiferente como la mía. Sólo me duelen un poco tu ausencia sensorial y eventualmente la mía para ti. Noto su inminencia por el alma en desprendimiento del cuerpo sin más dolor que un rasguño infantil. La corroboro en una especie de levitación espiritual Y, sobre todo, la constato en esta dificultad espontánea para recordar y escribir palabras exactas, verdaderas y hermosas para ti, siendo “tú” la Creación que sobrevive. Sí, hago un esfuerzo para escribirte. Tiendo incluso a olvidar el diccionario, la gramática, la ortografía, la sintaxis, las lenguas y ya no sé qué más. Todavía recuerdo sin embargo algo en derelicción que jamás se perdería del todo: ¿cómo tú, madre?, ¿cómo, hijos, estrellas, flores, aire, amores, caídas?

La inmensidad de la potencialidad amorosa ya actualizada aun como potencia aún inactual es ya actual continente de Dios quien la abraza.

Mi padre de 89 años gregorianos tiene Alzheimer. No escucha, no mira, no habla, no reconoce, no lee, no ve televisión, no saluda ni se despide, es un cadáver palpitante que se alimenta y se hace servir sin darse cuenta en una lujosa casa de reposo, donde finalmente accedí a que partiera porque estaba haciendo la vida imposible a mi mamá: ella ya ni lograba por ejemplo dormir a pesar de enfermeras de 24 horas. Ir a visitarle resulta aburrido. Está muy flaco, a veces agresivo. Pero de salud corporal, perfecto. No me extrañaría que “se fuere” después de mí. Esto no importa. No creo en la “ida”. Si me equivoco, nada importa. Y si no, después te cuento.

Hace pocos días fui allí acompañado por mi hermana María Patricia, una mujer bondadosa que en edad me sigue (soy el mayor de diez: una proeza). Él estaba sentado en su silla de ruedas, inmóvil. Mi hermana se paró detrás suyo. Yo me senté adelante. Ojo a ojo. De pronto, sin reflexionar o sin reparar que había reflexionado, le lancé:

Estoy con cáncer grave.

El muerto en vida abrió los ojos inmensos con sorpresa aterrorizada de niño. Y exclamó con exactitud:

¡Cómo!

Luego de los cual cogió con sus manos ajadas las mías, las acercó a sus labios y las besó. No sentí mayor emoción pero sí otra vez que Alzheimer es más el inicio de una levitación que una prueba de demencia, como afirman los especialistas de nada, simples negociantes. En lo que me concierne, jamás iré otra vez donde esa clase de individuos, mafia bien organizada. Mi médico es Dios. Que se haga según su voluntad. Estoy listo; en fin, casi listo. Y no voy a ser tan ignorante como para no creer en Él (ya explicado en A.I.). Aunque ahora esté de moda entre adultos ser postmoderno, comer completos, beber cervezas, tirar a donde sea, mentir como liturgia, rezar al lote y morir en el dolor por una vida inservible.

Estoy muriendo como pedí: con alguna gente por lo menos en la mente, callado salvo por haber dicho gracias no sin sentido del humor, despierto y con los ojos abiertos pues como se ve aún escribo estas últimas palabras, tranquilo, amante a pesar de todo de esta linda vida, sorprendido más por la bondad que por la maldad tan abundante por imbecilidad que Dios también perdona. No dejo herencia exceptuada la que pudiere salir de mí junto a Uds. No os entristezcáis. Sed más bien indiferentes o, mejor, cantemos en silencio. Sin olvidar a la Virgen María cuya virginidad llena su espíritu hasta nosotros. Se me cae el lápiz ya. A Dios.

Otro error. No morí. O morí como si no hubiera muerto. No sé. Estoy vivo. Llega la primavera de 2009. Quién sabe cuándo moriré de verdad. Yo no. A menos que me suicidase. Cosa que no haré. Menos por norma que porque quién sabe qué puede suceder mañana: ¿algo bueno?, no me lo perdería. ¿Más amor, de allá para acá y simultáneamente de acá para allá, hasta que juntándose sean uno permaneciendo como dos, tres,…? Además, desde la concepción divina que pasa por la concepción biológica de ti o de un pájaro, este trecho que llamamos vida y su intersticio infinitesimal denominado muerte, ¿no es justamente la vida eterna con la resurrección constante de las almas según por amor natural creo, creo y creo, aunque a veces no crea? ¿No presenta algo de suicida entregado a Dios este empeño gratuito por la resurrección? Imagino distinción unida en el Paraíso. Ya viviría en la comunidad individual de los cementerios, de las cenizas y del polvo terrenal y estelar; o más que estelar. Gracias.

Una noche oscura no tan lejana salí solo a pasear en auto por estrechos caminos de tierra en lugares boscosos desconocidos. No había nadie. No una casa. Yo sólo conservaba una noción vaga de la región por la cual transitaba teniendo como único referente físico las luces del coche. Las encrucijadas de los senderos eran numerosas y carentes de toda indicación. No, no era un sueño. Ignoraba del todo por dónde seguir. Tampoco tenía ya sentido retroceder, pues había dejado atrás muchas opciones. Hansel sin Graethel no había dejado huellas. Hasta que tras unas dos horas de vagancia fui asaltado por el drástico sentimiento de estar completamente perdido. No me consolaba el concepto del día por venir que me daría algunas luces para reencontrar con alta probabilidad la ruta del regreso a la casa, pues dada la hora tan tardía me angustiaba ya la angustia hipotética que esa tardanza en la ausencia estaría provocando en mi familia. Además, sentirse perdido es horroroso. Conduciendo, empecé a tener una crisis de pánico que me hacía perder todo sentido de la relatividad y de ser entera presa de ella. No exagero: temblaba, sudaba, estaba cogido por un miedo tan absurdo como real y total. Pero algo me permitía mantener reducida la velocidad con la atención puesta sobre las paralelas de las encrucijadas camineras y sus incomprensibles perspectivas. El temor consistía no en bandidos o elefantes sino en la vía del extravío: dónde estoy, dónde estoy yendo, ¿a ninguna parte, no al hogar, para qué salí, queda gasolina?

Y así continuó agravándose la cosa durante un buen rato. Es difícil describir con palabras de exactitud cómo transcurre una crisis de pánico. Su intensidad es proporcionalmente contraria a su extensión mental. Usted comprende. Sí. Desde que abandonó el útero entiende. No es imposible que mi madre, lejana durante la crisis que relato, haya dado un vuelco febril o un brinco en su cama. Ya son demasiadas las experiencias que he vivido como para empecinarme en no creer sobre la acción a distancia de las almas. Y de esotérico nada tengo. Sólo tengo fe. Cuando ésta duda de su veracidad aun relativa y a pesar de ello se empecina por voluntarismo de cerebro inerte y frío a repetirla como en letanía tediosa y farisaica, queda una sensación perdurable de mentira y sin embargo de fidelidad. Como si en particular no hubiese verdad fiel y como si concentrada esta contradicción inevitable no pudiera ser sino dolorosa en el alma y en el cuerpo cansado de conducir perdido en la noche.

Hasta que en el lapso inferior a un instante vino a mí el milagro, haciendo desaparecer por completo al pánico. No es que allá lejos apareciera la luminosidad de un pueblo acogedor o asesino: si este último fuese el caso, sabría arreglármelas con mi naturalidad que desconcierta y apacigua. No. Fue otra cosa:

“¿Estas perdido? Eso no existe. Sigue por donde estás yendo. Siempre vas yendo. Nunca sabes en realidad adónde vas. Estás donde estás. Linda está la oscuridad nocturna, mira. Huele el aroma de los eucaliptos. Vé donde vayas. Cálmate. Respira, disfruta, acelera un poco”.

Y de pronto sin darme cuenta llegué. Todos dormían tranquilos. Me acosté. Di las gracias a quien corresponde. Desde entonces ignoro qué es estar perdido.

El título de este texto pertenece al evangelio de Juan.

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