No soy especialista en esta materia. Carezco de conocimientos sobre precios y mercado. Busco a una persona honrada que sí los tenga, fuera del evidente acceso financiero, y que trabaje por comisión acordada sobre la base principal de la confianza. Un encuentro previo y personal parece indispensable para adquirir una impresión recíproca sobre los posibles interlocutores y, con tiempo, sobre el valor de los objetos ofrecidos, por lo general antiguos y en buen estado, muchos de ellos únicos. A esa reunión en un departamento mío seguirían un inventario y una tasación por perito firmados ante notario. Mi intención no consiste en hacerme rico mediante una compraventa sino en garantizar una vida modesta pero digna durante veinte años. Mi edad es sesenta y seis. No estoy endeudado. Creo sin hallarme seguro de ello que unos trescientos millones de pesos, por cierto mejor más que menos, en efectivo y en líquido para mí (impuestos y comisión más otros gastos pagados), serían suficientes. Mi familia -madre, ocho hermanos y cuatro hijos, todos profesionales exitosos en el plano económico- insiste con generosidad en que no me preocupe por esto, pues dividiendo la suma correspondiente sus componentes podrían entregármela mes a mes gratuitamente, pero es una solución a la cual nunca he recurrido y la falta de costumbre en esto crea un reprochable mas comprensible aunque superable orgullo, que molesta, diciendo tanto sí cuanto no. La verdad es que jamás he acudido a este tipo de salida. Una información bastante exacta sobre mi vida se halla en el presente blog, “Amaneciente Incertidumbre”,https://amaneciente.wordpress.com . Mi correo electrónico esarturomonteslarrain@vtr.net. Mi teléfono fijo en y desde Santiago de Chile es 3416148 . Y el celular aquí mismo es 095351520 . La dirección en la comuna de Providencia, misma ciudad, es calle Austria 2163 departamento 202 donde se me halla regularmente o por una empleada, señora Rosa.
Los libros en venta son de proveniencia familiar. Citaré dos ejemplos entre unos doscientos ejemplares que no he contado : a) “Los tesoros del arte de Inglaterra” (cien grabados finos en acero muchos de ellos originales), George Barrie Editore, Filadelfia, 1881, unas 1000 páginas tomando en cuenta las láminas; considero que el enmarcamiento por unidad acrecentaría la ganancia. Y b) “Encyclopaedia Britannica” completa, Adam & Charles Black, Edinburgh, MDCCCLVI.
Por razones de salud y por su costo he tomado esta decisión. Saludo a Usted con afecto.. No excluyo una venta en el extranjero: España, Francia, UK, USA.
2 comentarios
Comments feed for this article
enero 5, 2011 a 11:40 pm
Arturo Montes Larraín
Por teléfono, por c.e. y celular he recibido hoy algunas respuestas a mi mensaje anterior. Todas respetuosas, ninguna para mí clara y menos aún esperanzadora para imaginar una satisfacción incluso limitada al pequeño interés que por razones supuestamente comprensibles ayer me inspiraron. No importa ello en exceso. Corresponde con exactitud casi literal, y para abreviar sólo literal, sin «casi», a nuestro rico costumbrismo propio de Alhué en el Gran Santiago, ése que dice sin variación: «nos estamos viendo». Sí. «Nos estamos viendo». Expresado con más precisión, tal frase significa con entera propiedad, como sabemos cuales buenos chilenos: «no nos veremos nunca más porque el resto de antes y después era puro hueveo». Tampoco importa. Ello otra vez divierte. En Chile no es por nada que existe un gran sentido del humor. El pueblo es alegre y ríe esponáneo, con naturalidad. Aun a carcajadas por ejemplo en el Dís de la Secretaria o de la Navidad. Contagiosa como bostezo resulta la risotada junto a unasado de tira bien preparado. Dispongo de buena receta. Pero sospecho que ella estaría mañana teniendo tanto éxito como mi proposición libresca de ayer y por mudo eco de hoy. La cultura literaria en Chile es idéntica a cero. Nuestra curiosidad en las napas o en los panqueques de la lectura vale menos que cero. La escritura carece por completo de profundidad. El alma nacional de la comunicación escrita u oral se abstiene simplemente, en absoluto, de ser. Este país no se ama ni su gente entre sí se quiere, a lo sumo vocifera como máximo ejemplar de fiera cultura alguna letra noqueadora de tipo»U» que o enorgullece llegado el caso para la próxima vez. Etc. Dicho lo cual me extrañaría sin dar tampoco a ello relevancia que las amables frases de esta noche, 3:34 pm., dejen un rentable efecto de multiplicación financiera contrario a una agraria mas gregaria ley de rendimientos decrecientes. En Chile nadie cumple lo que casi entero promete pero por completo le acontece esto siempre visto: «nos estamos viendo»; cual rata de vacía biblioteca o guarén de cloacas. Buena lección, por selección, de tal contradicha contradicción, esta adicción en la dicción, que fue, es y será. Del estiloRosa Luxembur, revolucionaria narcisista y sacrificial quien no se cansaba de repetir cual eternidad de la instantaneidad: «yo fui, yo soy, yo seré». Libro cuyo ejemplar Nº 325 tengo inútilmente en venta para esta Ágora de Ignorantes (A.I.) que miro al igual que a cierta clientela formada por Mecenas, tan comprensiva y generosa como un puto peso. Dicho lo cual todo lo mío bien comprado por Usted está.
Sólo compre, jamás venda, my dear Watson, según Agatha, mediante Holmes y sus sabuesos. Pero opte por Simenon y su obra maestra, «El gato» (Le Chat). Simenon es el genio de la templanza en el alcoholismo. No cesa de beber en un razonamiento y una escritura perfectos. De lo cual no se infiere que para obtener el premio Nobel de litertura Usted deba vivir borracha, Agatha, aunque lo haya hecho sin de paso obtenerlo. Ni que «El caso de las trompetas celestiales» escrito también en el género policial aunque además teológico y brujo por su compatriota Michael Burt sea inferior a cualquiera de sus novelitas como siempre escrita de atrás a adelante: primera la solución, segundo el problema y tercero el relleno.
enero 9, 2011 a 7:39 pm
Arturo Montes Larraín
Estimados participantes en A.I.:
No vale ya la pena que nos ocupemos del asunto planteado, favorablemente resuelto gracias a Dios. Pido excusa a las personas que han utilizado aquí tiempo suyo, sin resultado, aunque en completa y legítima libertad mercantil. También les solicito que no sigan escribiendo en mi c.e. a este preciso respecto. Mi culta y atrayente secretaria trabaja también por el poderoso caballero que sigue siendo Don Dinero. No es imposible que, más tarde, una proposición semejante a ésta así concluida -no pronta ésa- sea bajo otra forma reabierta. Confieso que esta experiencia nueva en mi vida deja una sensación contradictoria. Resulta tranquilizadora en el sentido pecuniario, pero el libro vendido partió como una llaga de olvido que desde la ascendencia me es reprochado. Gracias a la intemporalidad en la relativizadora temporalidad oso dar alguna información. Mas, por simple «palabra de hombre» que yo sí cumplo, como consta a varios de ustedes en diversas materias, prohibido me está proporcionar dato alguno en relación por ejemplo con nombre o precio. Sí me está en cambio permitido sin trangresión al «deal» y sin mentira -ni por estilo personal, como irrisorio e ineficiente señuelo- decir que el comprador, en realidad compradora, vino a Pudahuel, tras comunicación fotográfica, desde un barrio londinense hoy afamado por el football. Es verdad. Hay azahares del «azar» que unen en invierno europeo a Chelsea con Chile y China, mediante un Ché porteño. Y no estoy bromeando. En el supuesto absurdo de estar perdiendo este precioso tiempo, nada impide a Usted asumirlo como pérdida suya, mientras a la ganancia monetaria ya obtenida por cash sabatino añado la diversión contenida en la presente carta a la humanidad, alusiva de paso al positivismo ya añejo de Lord Hume. Sincerely your, Arturo.