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Más se suicida el esquizofrénico que el paranoico. Más asesina éste que aquél. Suicidio y asesinato son cómplices mientras viven.

La esquizofrenia es la “enfermedad” mental cuya esencia consiste en la disociación irrevocable y que puede ser múltiple de las pulsiones psíquicas. Ella no se produce perfectamente sino mediante la muerte pues en tal estado se torna incompatible desde luego con las necesidades de alimentación y de excreción, por ejemplo, tal cual afirma Pierre Janet en su obra “La angustia y el éxtasis”; si no, como en Diógenes, “Sócrates enloquecido” según Platón, de respiración. Esta historia o leyenda sobre el hombre del tonel permite preguntarse si él se suicidó con los pulmones llenos o vacíos. Las numerosas consultas que he realizado al respecto en diversas naciones son unánimes para sostener la hipótesis empíricamente indemostrable pero convincente del vacío pulmonar; porque el aire retenido mediante la fuerza de la voluntad terminaría haciéndola ceder y, reventado, el “sistema” respiratorio se vería así reiniciado con una probabilidad igual o aledaña a 1, más alta en todo caso que desde pulmones huecos, como por lo demás queda corroborado por el hecho que todo el mundo muera exhalando el último suspiro, siendo los gases con posterioridad emitidos un natural desenvolvimiento de la putrefacción llevadera a otros movimientos químicos y quizás espirituales. Nadie debe por la razón afirmar que el calcio u otra sustancia carezca de conciencia. Las clasificaciones freudianas en esta materia (conciencia, subconciencia, inconciencia) presentan un valor apenas metafórico o a lo sumo humorístico. Las generalizaciones científicas y filosóficas son siempre abusivas y paranoides en la lucha comprensible y explicable aunque también morbosa contra la inanición esquizoide. Así, aun nuestro “sabio” Aristóteles comete el error telescópico de olvidar v.gr. al canguro cuando afirma que la “natura non salta” (pero en microscopía “absoluta”, ?, la discreción no existe: sólo habría contigua continuidad, cf. en A.I. “Poesía de la Incertidumbre”).

Desde el punto de vista mental, la vida sana es encuentro y búsqueda de equilibrio siempre precario y oscilatorio entre las potencialidades paranoica y esquizofrénica. El enfoque a la unicidad fija del fanatismo paranoico es corregido por una regresión de tipo esquizofrénico y la dispersión fumosa del alma poéticamente esquizofrénica puede ser rectificada mediante un avance paranoico. De modo que estar sano es estar doblemente enfermo. No hay pues salud que salvo por la fulminación de instantes por ejemplo oníricos cese de contener un sufrimiento. Si no quiere caer al vacío, del cual “la naturaleza tiene horror” según el dictamen clásico, al funámbulo está prohibido obviamente detenerse, pero además “mirar” hacia más acá que el final de la cuerda floja al viento de su intrínseca catenaria: la gravitación va acumulando en un centro incierto a sus dinámicos extremos que el peso del paso universal y particular conlleva. Desde este punto de vista, la supervivencia, sin embargo a su vez parcialmente suicida, sería en efecto más aristotélica o tomista, incluso hegeliana y marxista, que platónica. Más “mesiánica”.

De esta cárcel conceptual nadie escapa, excepto por la “tontería de la fe” (Sartre), que por amor (?) torna indiferente a la Historia, “es decir nada” (Lévi-Strauss). Pero aún así el estructuralismo, religioso como en Teilhard de Chardin, o agnóstico como en Althusser (son eficientes etiquetas), paga su precio, lleva su “cruz, que no sea pesada” (Jesús): y el fenómeno humano estrangula a la persona amada…, “¡la maté!”.

Prosiga Ud. esta carrera o danza de postas. Me corresponde cambiar de tema o sea descansar durante un rato. La profundización del ascenso también da vértigo. Sísifo habría sucumbido al subir. La inmanencia imana su emanación.

Ruego que la ames. Está tranquilo. Hermoso es tu nombre. Significa fe. La vida impone futilidades. El cerebro se extravía. No así la esencia del amor. Numerosa es la gente que está junto a ti gracias a una resistente solidaridad humana. Ignoramos qué nos sucede pero no ignoramos que esto nos sucede. Llegamos incluso a aceptar lo que somos incapaces de rechazar. La grandiosidad de nuestras pequeñas almas vive justamente de esa aquiescencia. Deja que tu mente se calme. En todo caso sobrevivirás. Eres eterno de recuerdo a recuerdo. El paraíso está aquí y fuera de aquí. Es posible amar sin conocerse pues el desconocimiento conoce al amor. Ámala. Sabe perdonar de corazón. El perdón perdona en el verbo del silencio. Se ha iniciado otra primavera. Los campos floridos resplandecen de color verde. Ni siquiera la vida mata a la esperanza. Abandónate en la generosidad respiratoria de la entrega. Cree, Pablo. El dolor apacigua al dolor. Eres el patrón de tu dolor a la felicidad. Nadie te la puede quitar. Es tuya. Doy testimonio del amor que tiene ella hacia ti. Su nombre es además maravilloso. ¿Quién no ha cometido errores? ¿Quién te acarició en su vientre? Pon la mano en la mejilla de tu esposa. Ora con espontaneidad. Ama a los hijos que todavía no llegan y que te observan cuales ángeles tangibles. Rememora esa humilde y santa frase de aquel otro Pablo: “hago el mal que no quiero y no hago el bien que quiero”, porque allí mismo está el bien. Consuélate despertando a tu propio ser. No frunzas el ceño. Conserva el sentido de la amplitud serena en la inteligencia y en la afectividad. Mira más lejos que el horizonte sin olvidar el hoyo cercano a tus pies. Vi fotos tuyas con María de los Ángeles muy hermosa (entre nosotros: se parece a tu madre, es normal). Me estoy poniendo latero o estoy cansado. No olvides a tu padre terrestre. Duermes. Yo también pasé mucho en hospitales. Te deseo un buen sueño incluyente de mañana. Déjate amar. Ama, es sencillo. Recibe mi abrazo. No te preocupes en responderme, ya lo estás haciendo, niñito dormido, hombre despierto, ser digno y bueno: Pablo. Ruego que la ames. Tu amigo. Arturo.

La enumeración siguiente no es exhaustiva. Tampoco sería falsa ni ampliamente verdadera. Resulta discutible. Va en desorden según la espontaneidad sincrónica de mis índices derecho e izquierdo. Es lo que es. También pudo ser tratado aquí el tema: fracasos de la Concertación. U otros tópicos vecinos. Quizás lo serán en otro tiempo y en otro lugar.

 

1.- Abolición de la pena de muerte.

Transición pacífica a la democracia.

Protección de equilibrios macroeconómicos.

Numerosos TLC.

Amistad cívica en el conjunto de la clase política.

Reforma del sistema procesal.

Respeto a la libertad de expresión.

Avances en salud y hasta cierto punto en educación.

Buenas relaciones internacionales y de percepción exterior.

Mayor conciencia sobre la protección ambiental.

Lucha comparativamente eficaz contra la delincuencia.

Diversificación de la productividad cultural.

Esfuerzo por crear conciencia empresarial contraria a la desigualdad social.

Corrupción limitada.

15.- Respeto al sector privado.

Respeto a las religiones en su multiplicidad incluso oficial.

Estímulo a las lenguas nativas insertas en el sistema educativo.

Sentido republicano como valor permanente.

Prudencia fuerte ante la agresividad social y política.

Disminución importante de la pobreza.

21.- Paz con las Fuerzas Armadas y de Orden.

Llega en seguida un ejercicio sobre “calidad de la educación”, tema ya ampliamente tratado en A.I. aunque como es obvio completamente ignorado, pues Chile ignora lo que “importa”.

Vamos, estudiantes. Es éste un examen. Recibiréis la nota correspondiente a c/u., argumentada. Escribid en seguida un texto (sin copiar) que comience por la siguiente palabra:

“Habrá”…

Así, por ejemplo (Uds. siguen):

(Cf. Paloma in c.e. suyo a AML: contracción aquí adaptada de “abrazos y besos, Abreso”).

 

 

La página en blanco comienza a ennegrecerse así, de pronto.

 

El texto irrumpe. Poco se advierte sobre qué expresará, no obstante que haya algunas sugerentes zonas de sombra, como otra vez “Alzheimer” (cf. A.I.).

 

La comunicación jamás resulta exacta. Si lo fuera, no habría poesía ni por tanto vida.

 

No importa su sexo. Ese ser humano, llamado por sus iniciales P.A.Z., empieza a darse cuenta que algo cualitativamente nuevo está ocurriendo en su cerebro. Hay algunos chispazos eléctricos, más tarde tics socialmente inadvertidos. PAZ sí está consciente de ellos, pero no sospecha de qué se trataría, y lo oculta, para no decir falsedades.

 

Paz reexamina la historia, personal, social. Lo hace en medio del ruido aunque también de la música aun atribulada que incluye al silencio. Nota que sus estremecimientos se expanden a lo largo del “sistema” nervioso. Ya los pies están comprometidos. Existe entre alegrías un sentimiento de cansancio y de dolor. La extrañeza o el asombro ante la alteridad integra ahora al ser propio, sorprendido y divorciado de sí mismo. “Qué pasa”.

 

Antes de su movimiento hacia el ya intuido y posterior olvido terrenal, Paz adquiere una noción concerniente a la percepción del tiempo. Éste borra sus peldaños. Las categorías se tornan fantasmales. La emoción se neutraliza en la abstracción. Paz habla menos que antes. Observa desde una lejanía a los seres. Las palabras se igualan en su significación. La intuición de una eternidad se acumula, floja, en un punto a su vez íntimamente expansivo. Paz ya no se preocupa de asuntos concretos como los impuestos o la comida. De esto se encargan otras personas o, según las circunstancias, nadie. Se echa a la vida resucitada de morir. No hay duelo. Sí, en ocasiones, enfurecimientos de causalidad irrelevante, “preanal”.

 

La medicina asigna a tal proceso ya evidente palabras que reconfortan su “saber”. Es natural, es neuronal. Paz escucha las expresiones que le llegan entre las hendijas de la información. No experimenta curiosidad, lo cual le parece curioso, mientras bosteza y se duerme. Los sueños no existen, pues carecen de trama. Son la pintura nebulosa y diversa del color negro. No se ve a la noche alumbrándola con una linterna. Paz parte en paz y pronto es a su turno un ser olvidado, cuya vida se concentra a lo sumo en algún repetido mas fugitivo fonema; como ese título de Borges: “Ficciones”.

 

Hemos tomado la desición de publicar una foto de Arturo Montes Larraín y presentarlo como :

» El Hermoso»

Paloma Ossandón Jorquera y María Francisca Silva

El libro que sigue no necesita esto, porque ya está allí adentro, como polvo al viento, sin que -espero- sea una auto-referencia prologar sobre mí. Pero se me lo pide por espíritu comunicativo, en resumen comercial. Va, pues.

Esta escritura es una novela. Se trata de un proceso colectivo. Hay además temas muy diferentes. He solicitado que nada sea corregido. Pero mi sobrino Sebastián Milos Montes, no yo, decide en la cuestión administrativa, que obviamente influye sobre forma y contenido.

Será -fue- éste un texto espontáneo tras mucha vida en curso. Sin entrar todavía en intimidades, mis experiencias más importantes han sido los estudiantes, el asombro y otros asuntos. Tengo “títulos” altos. Soy libre. Me falta amar más.

He querido diversidad en la estupidez, en la fealdad y la maldad; o, respectivamente, viceversa. En cada persona hay mil personas, en mil una, en una tres, etcétera. Nada aquí habría sido posible, sin juzgar sobre su valor, sin los participantes, a cuyo acceso discriminado sin mí habrá. Recuerdo sí, por ejemplo, a un señor quien escribió sobre el beneficio aportado desde acá para su paz ante la muerte del padre. ¡Y a tanta pelea con gente ya amiga! Sin hablar del silencio…

No logro deshacerme de un fondo sencilla y complejamente moralista. Quiero con relativa modestia que “Amaneciente Incertidumbre” haga bien al planeta Tierra en la estrella Sirius. Debí ser Papa. Pero fracasé en el intento. La vida en muerte va siendo lo que es.

Da la impresión que con esto como introito narcisista ya basta, ¿no? ¡Gozad, pues! El título del libro es hermoso. Nació solo. El sobrino me habla sobre fotos interiores y portada: “una pintura tuya”, sugiere. Yo río. Una amiga cuyo hijo de 30 años estaría muriendo llega acá dentro de cinco minutos. Os deseo lo mejor.

Leí en Thom que el sentido derechista o izquierdista de un remolino acuático, por ejemplo dentro del lavatorio, se produce al azar, concepto según yo (ya escrito, pero en Chile nadie lee: es Kultur) significativo, por lo menos, de aquello cuyas causalidades externas e internas desconocemos. Me parece una idea aceptable, pues no niega a Dios, quien no juega a los dados, salvo al azar. Y leí en Lupasco -lo supongo bromista genial- que ese remolino es derechista en el hemisferio norte pero contrario a las agujas del reloj en el sur, de lo cual deduje que la línea del ecuador establece un chorro unidireccional, sin remolino, hacia la cloaca oceánica. He hecho la prueba varias veces, sin conclusión.

Chile tiene privilegiado recurso marítimo, con más terremoto por placas que maremoto desdentado. Y se come menos pez nutrido de condones lechosos que vacuno importado (Kultur). Esta larga y angosta faja de tierra -repito- presenta una pendiente importante entre la nieve andina y el agua salada. Aquí no hay cauce fluvial. Sí rápidos riachuelos que arrastran tierra y piedra al subyacente y guerrero “pacífico”. Tal pérdida de soberanía espacial y gravitacional se ve fortalecida por la exportación de más reino mineral, “commodity”. E incluso vegetal, “chips”. Olvidando a la fuga de cerebros…

No sé si tengo el sentido del sentido común pero sí sé que esta vez tampoco ningún “ingeniero”, bien pagado por su in-genio como empleado del “emprendedor” circunstancial, reflexionará ni siquiera un segundo sobre esto: la represa del recurso hídrico frena el torrente diminutivo de la Patria.

Otros argumentos son evidentes excepto para innumerables imbéciles que no saben pensar sobre energía, educación, población, peces, turismo, algas, diversidad. Estas líneas no van pues destinadas a nadie. El soliloquio tiene sólo un auditor: Oliveira en “Rayuela”. ¿Quién entiende esta alusión fundacional de una real cultura? ¿Usted? ¡Vaya, entonces!

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