Parto de un supuesto, base de cualquiera supuesta ciencia. Si es Verdad como asevera el discípulo -según él mismo bien amado por Jesús: Juan- que “en el Principio era el Verbo y el Verbo era Dios”, significa por simple lógica a lo menos humana, pero constituyente simultáneamente en su diversidad compleja, sencilla, de toda la Creación, que el Creador del Universo existía con anterioridad al Principio de éste. La frase precedente leída con atención resulta comprensible para un lastimoso retrasado mental. Pues la citada Verdad evangélica se refiere por el don de la fe divina al Verbo, y no podría ella hacer tal referencia, “en el principio era el verbo y el verbo era Dios”,  sin ser a éste por conocimiento superior, de un modo parecido a que tú eres incapaz de decir la verdad sobre tu ser sin trascenderlo.

Quod est demonstratum.

¿Pero existe acaso sólo una lógica humana? No. ¿De qué valen ellas? Lo ignoramos. ¿Qué dices sobre la lógica divina? ¿Acaso que “a” dividido por “cero” es igual a “indeterminado”? Por favor… ¿O, más torpe acá mismo, que “equis” dividido por “cero” es igual a “infinito”? O, ya lo peor, que “a = a”, cuando todavía nada es idéntico a sí mismo?

El asunto reside en el Amor y en nada más. Sin que sepamos ni con mediana exactitud -o lo que se parece a ésta la inexactitud- en qué aquél consiste. Pero allí están las ciencias pura y aplicada. Yo únicamente puedo, si pudiese, amarte, como algo definitivamente superior a la misma sabiduría. Amarte: amarnos, amarme, amaos, qué sé yo. El asunto reside en el Amor y nada más. La Biblia está repleta de torpezas, incluso de inmundicias y para qué hablar de sus ridiculeces, que no importan, porque el asunto reside en el Amor sin saber qué es y en nada más. Nuestra fe está desprovista de sustento. Mas más porfiada que un burro es, aun o sobre todo en la patena de su descreimiento. Desconcierto es lo que guía a mi Principito del Verbito que era Diosito. Uno da y recibe, no da ni recibe, da y no recibe, recibe y no da, junta todo esto, resulta un más o menos y viceversa con tres puntos suspensivos en desolación.

Vale.