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Hace algunas horas llamé por teléfono a don Patricio Aylwin. Es alguien por quien siento respeto y afecto, no importa por qué, expliqué esto en “La Época” cuando él terminaba su mandato presidencial, en un artículo que titulé “El arte de la política” cuya copia no conservo, como de costumbre feliz.

El hecho es que tras los saludos naturales de rigor él me cortó el teléfono por haber yo cometido la impertinencia de expresarle un desacuerdo. Llamé de nuevo, la empleada dijo que él había salido a la oficina, ante lo cual dije que no soy idiota y buenas noches. Es curiosa la política. En lo personal no me importa.

Le señalé mi desacuerdo respecto de su acuerdo con Gabriel Valdés por haber dado juntos un cuchillazo a la candidatura actual de Frei. Pensando en mi sabio padre internado por Alzheimer yo había publicado de manera enigmática en El Mercurio que “un Alzheimer callado vale más que dos hablando”. Poca gente habrá entendido esto. No importa.

Mi padre se negó durante Frei Montalva y después bajo Aylwin a “favores” en el servicio público. Valdés fue uno de los peores profesores perfumados que tuve en Derecho de la UC siendo él buen ministro de RREE. Me daba lástima su falta de preparación. Nada había que escucharle. Me propuso ser diplomático. Las huevas. Aylwin trampeó con sabiduría republicana para ser el candidato que fue.

Difícil presidencia la suya. Buena. Fui ignorado. No me importaba. Comprendí que la libertad tiene un costo menor que la mediocridad partidista. Aunque deba haber partidos, por cierto, pero para mí no. Sólo dependo de la voluntad de Dios, si es que él cuenta aún mis pelos. Lo otro carece de relevancia. De allí este blog  con mis errores y pecados mas con ¡tanta gente!, que podría ser yo candidato a concejal por una comuna inexistente.

El oficio de la política corroe el alma humana de generación en degeneración. Pero es necesario. De joven me fue ofrecido dinero público y privado, además de acceso al poder. Comprendí que mi camino no iba por ahí. Me dediqué pues al estudio y a la enseñanza. Querría hacer esto incluso ahora. Mas habiendo salido de la “ronda” sigo exiliado definitivamente acá. Sonrío a los tontos que simulan ignorarme.

Vamos al grano.

1º Arrate: simpático, sincero y superficial, freísta de 2ª vuelta.

2º ¿Enríquez Gumucio?, tal vez, con un rencor mal disimulado aunque comprensible, un confucionismo de verbolocotomía incompatible desde su “París” con una función presidencial: más valía su abuelo materno.

3º ¿Piñera? ¿O estaba en el 2 y el 2 en el 3?, no sé, es tarde en la noche. Este frescolín no da garantías ni siquiera a la derecha. Un día lo pillé hurgando mis papales en mi oficina. Lo mandé a cambiar. Sin embargo, por su padre y su separada madre íntima amiga de la mía (viva) quiero a todos los Piñe. Por Chile, jamás votaré hacia este lado. Es imprevisible, rata nocturna, mentira, repetición, menos inteligencia que astucia.

4º Claro, el aprobable.

Ya veréis, así “juerá”. La derecha debería haber escogido a alguien tan decente por lo menos como el Nº4. No lo digo por simpatías personales pensando en 1, 2, 3 ó 4. Sólo en mi interpretación completamente desinteresada por el bien de nuestro país, fuera yo obrero o banquero internacional. Frei da confianza. Ganará. Este país no es tan idiota como se cree. El hijo del terrorista a quien según se dice por ahí acogí en mi casa después del “pronunciamiento” es en franchute un Guignol, perdón, Manuela. En esto no hay pues ningún enredo. Lástima que Piñera sea un pedo. Las encuestas… jajá. Sólo vas a perder plata, Tatán. Aconsejas a Frei sentido del humor. ¿Crees acaso que haces reír? ¿Está un candidato para hacer reír? Pero mantén tu risita. “Profesor de Harvard…”, ¡yo sí lo fui de filosofía allí durante un año! Tú mientes como ríes y te desmientes. ¡Ni la derecha votará por ti! Tu papá venía d visita a mi oficina para conversar conmigo. Ese hombre valía. Como el Polo. Chao, futuro ex candidato para nada. Sigue mintiendo: Chile te sabe. “Es siútico”, dijo de ti tu madre a la mía. Y sí. La Picha, queriéndote, tenía toda la razón: ¡esa foto con tu esposa en la revista “Caras” o “Cosas”, por favor! Frei no cometería tal grosería. ¿Crees que la derecha te prefiere? No: ¡soy de derecha! Pero tú sólo astuto. Un zorrito con su Negrito de la coca al lado. Eso es. ¿Presidente? De mis cojones. Chau, loco.

La página estaba vacía, como consta a Ud. Ya no, como también le consta. Preparé lentejas para el pronto y solitario, oh, almuerzo. Estarán deliciosas. Esaú era mucho más inteligente que su hermano de nombre olvidado. Buenos son también los garbanzos. Conviene no comer en exceso. Es asunto de acostumbrarse a esto. Hemos de preparar ya nuestro ceniciento esqueleto.

A nadie interesas, amada mía. Eso te duele porque es convincente, ya que en el fondo tú tampoco te interesas. Sin que por tanto algo te interese. No pecas. Pero tus virtudes son palabrería interior que nadie reconoce o mejor dicho suscita alguna burla más.

Todos los días están para ti nublados y fríos. ¡Mira tus pies, tu nariz, tus senos, tus glúteos, la médula de tus huesos! Yo te toco y siento allí tibieza pero tú sólo congelada tristeza. Hermosas sin embargo son bajo distintos ángulos las ciudades de Venecia y Constitución. Toco tus tetas desaparecidas. El hoyo fósil de tu culo toco. Con amor toco tus labios en la dentadura molida. Loco, toco tus cinco sentidos en simiente que miente. Meto mi gigantesco pene virtual en la mollera de tu cabeza. Más allá que dentro de ti te toco, amada mía. Asumes el polvo que además eres ya convertida en cuanto tal por el estero del estiércol seco.

Resta de ti tu belleza ahorcajada y resplandeciente como un beso dado al absoluto que me excluye. Señorita, yo no soy digno para que entres en mi morada lapidada, pero una sola palabra tuya bastará y mi alma quedará por ella sana, salva. Nada es más lindo y tonto que la religión. Las palomas seductoras creen en su hijo, Dios. Por lo mismo, lo ignoran. Amar era precario. Infinito y arrinconado es. Las ratas sobreviven a la humanidad. Roen tierra nutritiva. Yo me limito a observar esta realidad, señorita amada. Con sus polvorientos huesos toque por favor mi alma así encantada. Cuando muera el sol, la flor de la maravilla o peor dicho girasol lo reemplazará para nuestro abrazado goce espiritual acá y más allá que cualquier más allá, supongo yo. Sí. En blanco estaba la página. Pero Obama viene a vernos. Comprende el significado de esto: ¡viva Frei! Joder, hostias

Acabo de acabar haciéndome una paja por un porno de Internet, no os pongáis celosas, chicas, fue sólo una pajita no más, rica eso sí, claro que nunca como Uds. Cuando yo era chico pajearse representaba un pecado mortal, es decir, si moría sin confesarme ante el casto sacerdote como sabemos, partía derechito al mismo infierno, adelante del Dante y de su acompañante, cuyo nombre no olvido pero omito. Comíamos tallarines “al dente” el Dante y yo al bajar. Los tallarines se hacen a partir del trigo pero no molido como harina de marraqueta (me gusta, mas me falta el diente). Debido a esta particularidad italiana, sus vecinos del noreste son obesos y en cambio los del suroeste ricos como tallarines, me han dicho Uds., niñas. Los germánicos comen “marraquetas” con pernil de cerdo alemán, papas chilotas de Polonia, repollo, cervezas (¡qué mugre!) y manzanas cocidas (otra delicia). Sin hablar del Hofbräu Haus tan católico, donde Mein Führer aún joven arengaba por Mein Kampf a sus guatones industriosos.

Bueno, la paja no necesita porno. También puede venir del trigo pero no molido. Haga una empanada cubierta de delgada y finaº -como Ud.-. ¿cómo se llamaba esa huevada?, ah, no me acuerdo, pero ahora sí, sin decirlo para disimular el olvido -ay, papá-, ya, lasaña, mas no arrugada sino plana. Intente esa empanada, señor (los machos son mejores cocineros que las machas). ¡Verá qué fantástica es! Haga una industria original. Gane plata para comer empanadas de “Ña Matea”, 1º lugar en Chile según concurso oficial, pero de masa en harina y no aún de lasaña. ¡Tenía razón Marcelo Mastroiani! Pero él prefería los tallarines para rotos hechos a la perfección, eso sí. Comí de eso con él. La receta es simple y me da lata contarla.

¿Qué pasó con Internet? Aquí estoy. No, El porno me aburre. Y de la paja no hablemos. Como expliqué, no me resulta. Pienso en otra cosa. Se me para el tallarín, sí, aunque sin cocción, porque me desconcentro, sin pensar ya en Uds., bellísimas y eternas señoritas, sino en asuntos tan triviales como la Santísima Trinidad o Su Santidad Benedicto ¿cuánto?, ah, parece que XXVI o algo así, da igual. Bien. Es hora de irse a dormir. Estoy solo y desesperado. Voy a pensar los versos más tristes esta noche. ¡Qué poeta, ése, qué genio! “La paja se desgrana como el higo al azar”: ¡con razón tuvo el Nobel! ¿Quién lo lee? Sólo literatos pajeros.

El amor, el verdadero amor (?), duele, ¿o no? Es una emoción tendiente a más allá incluso que la universalidad pero al mismísimo tiempo diminuta en lo más íntimo de la intimidad correspondiente quizás a mí como infinitesimal hormiga del firmamento; o a Ud., no sé, supongo por fraternidad que sí. Somos seres extraños a nosotros mismos en cada uno como conjunto indiscernible. Edades, sexos, convicciones, poderes, deseos, deberes, crímenes, se cruzan y encuentran, ¿no? La maravillosa virtud potencial de la humildad se nos transforma así en una especie de mentira interior y exteriorizada, ¿o no? Desde luego, el amor no es el amor sino los amores que reunidos vendrían a ser algo como el amor luego en dispersión otra vez, como una emoción donde se juntan por contradicción ajena a uno bondad y dolor. Yo no soy profeta ni siquiera en tierra ajena. Mis palabras sufren al igual que las tuyas, amor, amor perdido, amor sin embargo, por darme el sentimiento de no valer nada y de ser radical mentira, que odio, cual postulado de mi ser. No me creo. El demonio es tan fuerte en mí que ni siquiera llego a creer que no me crea al decir que no me creo, pues siento de día a noche y de noche a día que soy exagerado, presuntuoso, insolente, cruel y bueno -para ser modesto- casi nada. He sido tildado de virtudes por gentes que no cumplen, son mis jueces, y yo recíprocamente el suyo. Yo sólo cumplo para el espectáculo que ya nadie mira. Hablo de árboles o flores que me dan lo mismo si no fuese porque como tomates. Parecería que el ser humano y no sólo humano, no sé, está condenado a la avidez de la avidez en la avidez. La vida consiste en comer. A cada especie correspondería su propia moneda para esto. Así, una paloma -lo escribí por ahí pero qué importa qué escriba yo, nada- defeca sobre mi cabeza, una ballena que va llena devora al ave y todo es de este modo un juego de palabras incomprensibles en su comprensibilidad. Entiendo a los cipreses como las moscas a mí. El lenguaje de las piedras resuena en el cerebro lúcido de un delfín. Las estrellas se insultan en su poesía mortífera que todavía hace sobrevivir a la vida de mierda divina donde estamos. Renacerán desde lagartijas los extinguidos dinosaurios. Ya es llamado Big Bang a Dios. O a Satanás Hoyo Negro, no sin un dejo de racismo. La ciencia se cree científica. Y los profesores de Chile cada vez más ricos hacen huelgas exigiendo cada vez más. Será por vocación, pues. Aprendida gracias al “sueldo de Chile” y a otras innovaciones que de “commodities” nada tienen como se ve sobre una cereza chilena en París. ¡Inventemos un volantín! A veces da lástima este maravilloso e injusto país. La gente rica se muere de la risa pero se muere igual sin ninguna risa, y al contrario. La pobreza digna es otra historia menos infeliz. Profesores: ¡a la huelga se ha dicho! Esos ignorantes son otro paradigma de la humanidad…. “valga la redundancia”: mierda.

Ocurre con la sexualidad que ya adolescente la mujer apetezca su capacidad seductora por un placer ulterior y ficticio cuyo único destino es juntarse con el mejor hombre para ser madre. Calcula.

Ocurre con el hombrecito que le guste tirar con ella hasta que ya eso no le guste porque visiblemente a la señora por gusto la cosa le es por completo indiferente, dedicada como está a sus engendros. No calcula salvo eso.

Ocurre entonces que el hombre aburrido ante el aburrimiento de la mujer comience por consolarse pajeándose como de niño a los 50 años, prosiga yendo a lenocinios, continúe por alguna amante similar quizás a su esposa quien así le es infiel en el espejismo de alguna reciprocidad, poco calculada.

Ocurre que ante el divorcio los hijos pronto se tranquilicen porque cómo no y se adapten paulatinamente a la enseñanza de los envejecí entes padres separados en un silencio enamorado sin ningún amor, pero con todo antes calculado para amarse.

Ocurre que más tarde a quienes criaron cuervos los ojos les fueron arrancados pues la venganza es reproductiva a pesar que las imbecilidades se funden sobre un autoritarismo amoroso en cierta linealidad histórica que ni el Diablo cambia.

Ocurre que poco o nada ocurra e incluso menos que nada en la totalidad de la inteligencia humana cuya esencia salvo Jesucristo consiste en la maldad aplicada eficazmente y en completa libertad a lo que sea.

Ocurre que para defecar se debe comer energía, es decir todo lo que venga, trátese de libros inválidos, de ballenas japonesas, pasarelas de modelos, oraciones letales, exceptuada una franca modestia.

Ocurre que ni siquiera ocurrimos, ni tan sólo discurrimos, no recurrimos, a todo aburrimos, de modo que el burro rebuznando allá en Cochiguaz cuando lleva al niño a la escuela es mucho más dulce e inteligente que tú.

Ocurre como ignoras que no eres nada.

Hallándome otra vez “desesperadamente” solo como he dicho por ahí solicité mediante Internet a una prostituta cara, linda, culta, dispuesta a todo menos a eso, Ud. ya sabe. OK. Vino. Recién se fue. Fueron horas resplandecientes. Ella cobró menos de lo convenido. Le pagué más de lo acordado. Hubo una discusión al respecto que terminó con unos besos empatados en las mejillas. Me pidió un jugo de duraznos que no bebió. No fumé ni consumí alcohol. El problema estuvo en su solución. Conversamos. No diré sobre qué. Ella no era prostituta sino para mi sorpresa, aunque no sea incompatible, religiosa. No me desnudé. Ella sí del pecho. Me tocó sin mayor éxito el sexo. Comprendimos que la vida estaba en otra parte, como diría Kundera. Entonces comenzamos al unísono a hablar -pero no por ello sin escucharnos- respecto de Pablo de Tarso: “si algo he de perdonar, lo digo sin exagerar, es en atención a ustedes”. La frase parecía incorrecta en el léxico de su semántica nada obvia. Pero en fin, sin contar allí con la Segunda Carta a los Corintios en las manos (ella seguía desnuda del pecho), convinimos en que no se tiene sino por soberbia el derecho insigne de perdonar. En el don humanitario del perdón oficial habría arrogancia respecto del ser absuelto. Ella dejaba sin falso pudor que yo absorbiese en las palmas de mis manos el placer de sus senos duros. Permitía que jugara con sus pezones erectos. Incluso que palpase sus dulces glúteos bajo el vestido. Pero nada más. El resto se hallaba prohibido. Me explicó, eso sí, que estaba con la regla. A lo cual respondí que eso no me molestaba. “A mí sí”. Bueno, yo no iba a violentarla, no está en mi género. Pero igual le dije que deseaba penetrarla como desde Stendhal de rojo a negro. Ella comprendió que esta vez yo mentía y reímos. Mi diminuto sexo por viril caballerosidad constantemente erecto y así demostrativo de respeto no arrojaba sin embargo nada en su mano. Tampoco de su boca nunca allegada. ¡Eres una puta religiosa, María Magdalena 2ª!

¿O una religiosa puta? Porque mira, no sé, he visto tantas cosas… Hasta que de tanto hablar sobre aquel Pablo nos quedamos profundamente dormidos bajo la higuera antes quemada por Cristo. Nos referíamos a esos escandalosos textos del Santo concernientes al deber de la esclavitud y a la inferioridad de la mujer. Pero no dábamos relevancia a tales tonterías. Más nos conmovía aquella noción humilde sobre el perdón. Hasta hoy: “¡tiene razón porque pienso lo mismo!”. ¿No da pena tanta idiotez? Los franceses con alguna sobriedad traducida al castellano sostienen de otro modo que “es mi opinión y estoy de acuerdo con ella”. Es muy divertido. ¡Ría! A todo esto, ¿dónde quedaron María Magdalena y Cristo? Ah, ya lo dije, escondidos en el Musée Rodin, rue de Varennes, Paris 7è. Vaya.

He caído en enamoramiento. Sí, estoy enamorado. Despierto en la noche porque aquí adentro se halla ella. El corazón me trae como se ve a las letras. Yo le enseñaría a leer en el magma celestial. Ella feliz con su sabiduría precoz me haría. Habría entre ambos junto al chico paz. Hermoso el chico. Se siente amado ya acá desde lo Alto. Será un científico humilde. El parto fue dulce. Ella me quiere mas no me ama debido a la temporalidad que “no me importa”, creyó una vez.

Es una mujer extrañamente joven. Tiene en efecto una madurez prematura. Es virgen sin serlo ya. Tiene una hermosura anaranjada con resabio de azahares en el aroma. Su cultura le llegó naturalmente. Entre los animales “irracionales” adora al caballo, a la vaca, la gaviota, no así por enseñanza a la rata, al buitre, al hombre. Fuma y bebe. Cree que cree en Dios. Suele sufrir por cuestiones relativas a sus padres aún vivientes. Yo la acaricio hasta que se adormezca pronto.

Nos somos fieles por placer. Hacemos el amor sin que ella casi repare en ello aunque en la belleza de la nocturnidad que los evangelios curiosamente rechazan gima de gozo. Ama a todo. Es libre. Pasea en el lecho. No advierte que este texto se presenta con párrafos de seis líneas bien simétricas. Camina a mi lado cogida de la mano. Para pasar de querer a amarme pone un beso sobre mí. Yo le sonrío. Ya acostados bajo la sombra fragante de los eucaliptos. Volvemos a casa.

Pues empieza a llover. La protejo. No tenemos problemas de dinero. El pasado en cuanto tal no existe. Me dice que “sí, sí, te amo”. Calma es la felicidad. Llegamos. El niño duerme cuidado por una abuela cuya vocación es ésta. La viudez la ha tranquilizado sin desamor aunque todavía extrañada por el referido problema -según ella- de la temporalidad. No lo dice. Se le nota. Así lo dice: notándoselo. Le ofrezco un té. Mi esposa acaricia al crío en sus brazos. Él me observa.

Transcurren años. Ella nada en la piscina. Yo no. Leo y la amo desde la terraza. El estudiante estudia poco. La hija menor come nísperos y mira los cuescos que le parecen huevos de codorniz en madera barnizada. En la calle se me felicita sin sorna por la hija y los nietos. Agradezco diciendo que son nieta y bisnietos. Agrada mentir cuando no hiere. Mi mujer avanza seria. Ella se casaría otra vez, después. La herencia será pobre pero honrada. Sin dificultades. Tropiezo. Caigo.

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