You are currently browsing the monthly archive for diciembre 2010.

O ya que estamos en éstas -cuestiones “simplemente” pronominales-, ¿por qué no ella o, más directo, yo? ¿Por disimulación de egocentrismo? ¿Por qué tal respuesta astuta pero evasiva? No sería grave esta huida. Ella ayuda a disminuir los arañazos epistemológicos de la subjetividad o por lo menos a transformarlos en una jardinera con flores de quince colores y un aroma; en el ensueño de un sueño por anticipación, qué amanerado y bonito, ¿no? Entro así contra el pelo. Autocrítico, sin simpatía de pituto íntimo. Viento en popa. Propulsión genotípica.

En el Diccionario de Julio Casares, el Azar se halla definido por el siguiente término: “Casualidad”. Esta definición me impulsa pues a buscar dócilmente, en la letra C, Casualidad (como relámpago, a la indagación cruzó de adelante hacia atrás, o si se prefiere por arabesco de afectividad analógica, de derecha a izquierda, la palabra “causalidad”, ya grabada en la memoria hecha palimpsesto), donde se encuentra la cima: “Azar”. Y así es posible continuar indefinidamente la investigación, de la cual para recomenzar emerge: “Caso fortuito”. “Fuerza mayor” (…), Azar…∞…  ∞… No hay solución. El can, mordiéndose la cola, gira y gira, jadeante, en la canícula del lenguaje, hasta caer, poco a poco, finalmente muerto de cansancio, por azar (!), sobre el volcánico punto G…: cualquiera. Menos mal salí pronto de El Extranjero. Pero para caer en La Caída.

No. No hay azar. El estudio de la semántica -del semen, como para seminario o semilla- en esto relativo al azar presenta la utilidad cognitiva de poner bajo plena luz la fundamental redundancia prontamente tautológica del “Verbo, en el principio” o de “la Historia, es decir nada” (Lévi-Strauss). Todo está entonces predeterminado. El concepto de Destino hace sentido. En términos callejeros o para la intelligentsia del budismo vulgar, “todo ocurre por algo” (algo = dolor), sin que alguien se aventure en el impasse concerniente a la significación no miserablemente etimológica de “algo”, postulándose ya que, por ejemplo, “algo es algo”. Del mismo modo que “pan (=todo) es pan”, sin que por pleonástico que este pleonasmo sea, nos impida distinguir gracias al contexto una marraqueta de una zanahoria, por mucho que yo haya cocinado un buen pan de zanahoria, cuya receta no corresponde dar ahora. ¡Pero no! La víbora de la inquietud científica aparecida en el Edén me despierta y hace saltar de curiosidad sobre la cuestión del azar. Reflexiono. Llamamos azar aquello cuyas causalidades -sí, y en plural-  desconocemos. Proseguimos el empeño por conocerlas. Pero en el fondo ya sabemos o resignamos a que esto nunca sucederá. Toda la Historia está allí desde antes que el Verbo para comprobar, socráticos, que ni siquiera de lo más elemental algo sabemos, y que a fortiori de lo nada elemental nada sepamos.

Llegado a este punto debo retirarme para dormir un rato.

 

Es tu último aniversario. Este texto está descontextualizado por el diabólico juego de las palabras. Toma. Aquí va mi regalo. Me arrogo el derecho de arrobarte así y alzo la copa que ahora toca al vecino recordando a las bodas de Caná y la última cena. Escribiste, tengo el manuscrito firmado, “eres lo mejor que ha ocurrido en mi vida”. Lo sufrí por mi papá entonces todavía en vida carnal y por mis hermanos aquí contextuales con sus propios o impropios contextos. Hasta más allá que el infinito. Pero luego recordé que mientras mientes niegas, niegas y niegas. Tú no eres lo mejor que ha ocurrido en mi vida. Somos demasiado semejantes -insistía el papá, conciliador y sabio- como para pensar sin exceso de narcisismo que así sea. Semejantes pero no idénticos. Juntos pero no revueltos. Lo mejor que ha ocurrido en mi vida es en términos femeninos o sea concretos haber salido de tu horno nuevemesino. Abre el paquete del regalo. Su contenido te sorprenderá a pesar que te anuncie la sorpresa. Te amaré. Sí, son tres panties del Nº3. El sentimiento de la obscenidad nace en el parto además lechero. Siéntate bien. Tienes hijos por rutina de calculada y rentable resignación. Hacer el amor consiste en ponerse, dormida como por un rezo, de plástico beso, mientras él se empeña y se empaña en lágrimas de ilusión perseverante ante tu majestuosidad. El orgasmo era el último bostezo reproductivo. Él huía exhausto cual sombra satisfecha de orgullosa tristeza a su cama. Tú ya soñabas en lo que tú y yo sabemos. Esto no se cuenta ni en broma. Él fuma en la nocturnidad de la duda laboral para el día de mañana. Es necesario mantener a la familia. Hasta que el cansancio y la agonía justamente protegida en el sentido concreto de la feminidad le advengan. Es huesos. Tú te divorcias haciéndote cenizas. Ningún gusano te morderá. Ni un huevo de melancolía o de codorniz te roza al ser en secreto acusada de soberbia. Pero el polen entonces estéril de tu infierno en vida cruzará cual eructo una película. Tras ella vas a “La Novia” con tu hijo mayor. Sándwich, torta, café helado, jugo de chirimoya. La película, cursi, podría haberse llamado “La rosa de los vientos”, con Clark Gable y compañía. Mas era “Lo que el viento se llevó”.  Se habrá llevado tus cenicientas hojotas. El calcio de los huesos permanece en su lugar. Japi Berzdei. Ponte esta panty de color damasco.

Ay, qué amor eres. ¡Gracias!

Besos y miradas pestañeantes siguen tras el asado anterior a la torta de diez hojas llamada mil cuya vela entre sonrisas y alegría cantada por originalidad soplas, “¡ah, todavía sopla!”. Y empiezan las coplas copiadas de los pajarracos, esos bisnietos, agarrados a migajas, jajajá, cuando siguen circulando por chismes los chuicos y te renace el frío entre tanto papeleo de regalos que te importan un carajo. Mamá… No cantes. “Il n’y a pas d’amour heureux”.

Será miércoles 8 de diciembre, día feriado de la Virgen María.

Aquí puedes buscar «Columnas anteriores» pasando el cursor sobre un día en particular.

diciembre 2010
L M X J V S D
 12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728293031  

Estadísticas del blog

  • 573.725 visitas