Me daría vergüenza ser como tú. No digo “sentirme como tú”. Pues por práctica y por lógica ningún sinvergüenza siente vergüenza de serlo. A lo sumo mira hacia el lado como si, grisáceo, él no existiese; o como si, ya en lo máximo de su sólida y perfecta satisfacción, hubiera puesto sobre sí el manto de olvido regalado a él aún niño por su madre, tan moral en la noche oscura donde nada salvo orgullo ellos ven la blancura lunar del santo orgullo. A propósito del cual sostengo modestamente que no soy ajeno a cierta vergüenza incluyente de mí. Pero -decía mi padre, por epistemología innata- “todo tiene su límite”, a los cuales yo por indiscutido don divino jamás sobrepaso, entre otras causas porque no existe ilimitación absoluta, salvo aquélla de la permeabilidad. Comprende, no es difícil. El completo eclipse lunar permite entrever azulada a la Luna, a su vez delatora de una porosidad o relativa transparencia terrestre. ¿Otro ejemplo? Cretino es decir que no resulta posible tapar al Sol con un dedo. Si se puede hacerlo. Pero todavía un poco anaranjado, si bien menos que sin dedo, se advierte al Astro (no me refiero a mí) atravesando con sus implacables rayos cancerígenos a mi dedito. Nota que ahora cambio de párrafo. ¿Lo estás notando? Esto se llama transparencia o permeabilidad política, de la cual hacen gala en Chile SS.EE., todas infiltradas por la castidad del dinero que ni siquiera huele y menos por tolerancia ética a ti mismo duele; pero al final muele. Como en casa de remolienda. Observo que el párrafo aquí en conclusión presenta muchas veces la palabra “como” que por lata no cuento. Ellas ¿no significan fuera de todo, por tu naturaleza hambrienta bien llevaba a cabo -comes, comes, comes, como muestra tu obesidad- otro aplacamiento de la vergüenza en la noche y en el día? No soy así. Ni un “como” habrá en lo sucesivo. Cuenta el cero, para aburrirte al igual que de costumbre.

Que no seas el único en tal desvergonzada, oportunista y conveniente situación muestra por lo demás para consuelo de muchos que no detentas el monopolio de ser tonto. O -por machismo lo postergaba- tonta. Mucha gorda prolifera en Chile. Basta para comprobarlo con ir a un elegante mall de La Granja. Ella y su sordo gordo, de paso éste, ingieren pisco sour por qué no doble, gigantesco plato de lomo con papas fritas y tomate con cebollas, añadiendo vino, mousse au chocolat, café, cariño de la casa, paga la gorda más 10% de propina. Más pobre, más obscena de inflada la gente es, a causa de la globalización, sin duda. No alcanza el dinero para las liposucciones en Ecuador que dejan la carne llena de rasguños, para decir lo menos. Preparo el charquicán con la lentitud de rigor. Quizás no coma. Si no como, será como por vergüenza al comprobarlo: como que tomo pero no como.